—Sólo veo la primera fila— dijo desde la cabecera del aula.
«¿Estará miope o medio ciego?» Me pregunté con un cierto punto de candor. Aquel tipo de estatura media, poco pelo, gafas cuadradas de pasta y algunos kilos de más —alojados mayoritariamente en su abdomen—, tenía toda la pinta de haber salido de un seminario religioso la semana anterior. No obstante, no le faltaban unas cuantas malas pulgas… «En realidad la mayor parte de los miembros del clero las tienen», una frase que resonó fuerte en mi cabeza. Pero éste —en contra de lo que pudiera llegar a parecer— no formaba parte de ese grupo. Tan solo era uno de mis recién estrenados profesores de la universidad.